domingo, 5 de octubre de 2014

Del nuevo sol seamos valvas…

Como ostras y conchas
que benevolentes
hacen suyo el mal
para volverlo un bien
y en perlas calcifican
parásitos entes
que a sus entrañas se atreven,
sea este México ahora
este México que hoy hondo entristece
 
iridiscente sea nuestra luz
nuestra risa náhuatl
o purépecha
nuestra música
y oremos en hñahñú
para su acústica cimbrar
y, como el nácar,
envuelva
en una capa y otra
las muertes y sus verdugos
los mercenarios y sus yerbas
alucinógenos
y abarrote
de párvulos a la alza
elevemos nuestra sustancia en espiral
cual almeja de simetría perfecta
con los hilos que bordan nuestras mujeres
y los zenzontles
y los enlarvados magueyales
y los guijarros en los ríos
y Popocatépetl
y Xilonen
enrollemos hacia el cosmos
con el gran Quetzalcóatl en la casa de madera
y el ojo que mira desde el acantilado
y los rostros de Huapalcalco
con huitlacoche
y el jehuite
y los sabedores toltecas
y “la dama de los verdes campos”
-Xiutlaltzin-   
y las piedras que se alzan al sol
los tlacuilos
y el Azul Maya
-que somos riqueza, no olvidemos,
riqueza de tanta cultura-,
sean nuestros tejidos,
y el mestizaje de paladar exquisito,
y Mayahuel entre las pencas,
y el picor de nuestros chiles,
el nácar que segregue
esta tierra mexica de su vientre
y con él cubra
los males que la habitan
y de ellos procree
las perlas platinadas,
Del nuevo sol
seamos valvas…

 


Cristina de la Concha

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